Al pie de la sierra de Las Corchuelas, en el Parque Nacional de Monfragüe, con el sol en retirada y en medio de una dehesa de catálogo, lo que procede es callarse. Para escuchar como debe ser el berrido imponente que llega por la derecha. Y el que medio segundo después entra por la izquierda. Y el que surge por detrás.
Cada atardecer este concierto de berridos y llamadas ardientes, llena la atmósfera.
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